Cada martes cuando íbamos a la 'feria' los ojos de mi padre se encendían al ver las frutas de estación las letras de su nombre parecían adherirse a la piel de los duraznos, de los pelones maduros de los racimos de uva blanca, de los damascos Le encantaba la 'sandia', como él la llamaba, el ananá que compraba a veces porque era caro y las ciruelas 'gotitas de miel' Esta mañana en la verdulería mis ojos se detuvieron de pronto en la cesta de las gotitas de miel estaban entre las tunas y los mangos adornadas por una hilera de duraznos Entonces regresó el sabor de aquellos veranos la imagen de las frutas desparramadas en una fuente en la cocina la emoción de abrir con las manos un durazno amarillo de centro rojo con corazón de carozo y piel de terciopelo la humedad del jugo entre los dedos Entonces recordé ...