El tic tac de un reloj que no se detiene
Hace frío en la sala de espera. Debo esperar un rato aún. Es que mi médico tuvo un inconveniente, me acaban de decir que está retrasado. Otra señal -pensé-cuando la secretaria me lo comunicó.
Los últimos días transcurrieron plagados de dificultades. El sábado, sin ir más lejos, tenía toda la intención de decirles a un par de amigos de venir a casa. Pero tuve que cancelarlo, es que no me sentía nada bien. Pero no fue este hecho previsible al fin de cuentas que no me sorprendió en absoluto. Todo se entrelazaba y anunciaba un destino incierto.
Era tonto ignorarlo, al menos para una mente como la mía, acostumbrada a ver la sincronicidad entre los hechos. El domingo mi vecino de toda la vida fue internado y está grave desde entonces. El lunes me cortaron el gas del departamento. Hay una fuga parece y no puedo cocinar ni bañarme con agua caliente. Compré con apuro una estufa eléctrica para calentarme que hizo un corto ni bien la encendí.
Ayer me cancelaron una reunión de trabajo importante donde iba a ser aprobado un proyecto en el que trabajé durante años. Quise arrancar el auto esta mañana y se descargó la batería, no me quedó otra que tomar un taxi.
Así se fueron sucediendo una cosa tras otra. Obstáculos, pesares, tropiezos, suspensiones. Hasta mi médico me tiene aquí esperando cuando la ansiedad me desborda.
Pero me di cuenta no es tan malo al fin porque me permite distraerme y pensar en pequeñas penurias cuando en este momento es mucho más lo que me corta la respiración.
Allí sentada, muy quieta, fijo la mirada en el reloj de pared, en esa forma circular con símbolos que no se detiene. Que permanecerá inmutable mas allá de mí. En poco tiempo tendré que cruzar el umbral del consultorio. El médico me saludará y apretará mi mano como siempre. Pero poco después abrirá este sobre y leerá estos papeles escritos donde se juega mi futuro. Sé que la suerte está echada a todo o nada y que no hay nada que pueda hacer al respecto.
Mientras aguardo intento algunos versos: "cuando las lunas empalidezcan alrededor de mi cintura"...Pero no puedo avanzar en el poema que intento desde hoy garabatear en mi mente. Me esfuerzo en elaborar este texto que imagino póstumo, tal vez, sin embargo no paso más allá de la primera frase, menos aún ahora sobresaltada como estoy ahora por el ruido seco del picaporte de la puerta...
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