A mi padre
Cada martes cuando íbamos a la 'feria'
los ojos de mi padre se encendían
al ver las frutas de estación
las letras de su nombre parecían adherirse
a la piel de los duraznos, de los pelones maduros
de los racimos de uva blanca, de los damascos
Le encantaba la 'sandia', como él la llamaba,
el ananá que compraba a veces
porque era caro
y las ciruelas 'gotitas de miel'
Esta mañana en la verdulería
mis ojos se detuvieron de pronto
en la cesta de las gotitas de miel
estaban entre las tunas y los mangos
adornadas por una hilera de duraznos
Entonces
regresó el sabor de aquellos veranos
la imagen de las frutas desparramadas
en una fuente en la cocina
la emoción de abrir con las manos
un durazno amarillo de centro rojo
con corazón de carozo y piel de terciopelo
la humedad del jugo entre los dedos
Entonces
recordé
la alegría de mi padre
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